Hola mafiosillos. Aquí tenéis la segunda entrega de un capítulo inédito de MYD.
¡¡Disfrutadlo, es vuestro!!
Alessandra Neymar: "¡¡Hola a todos!! Me
gustaría comentar que las escenas inéditas no tienen nada que ver con la
historia original. Son simples bocetos que escribo por placer (como esta
secuencia, por ejemplo), pero sin ninguna intención de introducirlos en la
novela oficial. No obstante, se irán publicando escenas que fueron eliminadas o
extendidas.
Espero que la disfrutéis tanto como la anterior… Creo que más, ya
que en esta participan ¡Kathia y Cristianno! ¡Muchos abrazos, mafiosill@s!"
Kathia
Erika
podía desgastarse la boca diciendo que no roncaba, pero lo hacía. Y mucho.
Podía engañar a cualquiera, pero no a una persona que había estado compartiendo
habitación con ella en el internado tanto tiempo. Hacía unos ruiditos suaves y constantes
(como si se estuviera atragantando) que, cuando ya llevas unos quince minutos
escuchándolos, te perforan el tímpano. Yo ya iba por la fase de perforación de
cerebro y eso que aún no se había animado; en cuanto llegáramos al ecuador de
la madrugada se vendría arriba y esos ruiditos se convertirían en puñetazos.
Tumbada
en la cama que había justo enfrente de la de Erika, observaba el techo con los
ojos bien despiertos. Siempre había rogado al cielo tener el sueño de Erika
(profundo; ya podía caer una bomba a su lado que ni se enteraba), pero tenía
que haber sido muy mala en otra vida, porque ni en esas circunstancias se me
concedía.
Resoplé
y tragué saliva. Que Erika no me dejara dormir por culpa de sus ronquidos no
era nuevo y tampoco lo principal. Tuve un escalofrío al mencionar su nombre en
mi mente. Él era el maldito causante de todo. No hacía ni una semana que había
llegado a Roma y Cristianno Gabbana ya había logrado robarme hasta el sueño.
Habría sido coherente si al menos me hubiera caído bien, pero es que hasta
pensar en él me irritaba. Todo él, al completo, me molestaba. Por eso no
comprendía porque mi cabeza me torturaba de esa forma.
De
todos modos, ahí estaba otra vez su maldita mirada azul, tan impactante y
excitante. Tenía la habilidad de paralizarme y de revolucionar todo mi cuerpo
hasta el punto de experimentar sensaciones que nunca antes había sentido. Y su
forma de caminar provocadora, sexual…