lunes, 10 de junio de 2013

Segundo Capítulo [Inédito I parte MyD]

Hola mafiosillos. Aquí tenéis la segunda entrega de un capítulo inédito de MYD.
¡¡Disfrutadlo, es vuestro!!

Alessandra Neymar: "¡¡Hola a todos!! Me gustaría comentar que las escenas inéditas no tienen nada que ver con la historia original. Son simples bocetos que escribo por placer (como esta secuencia, por ejemplo), pero sin ninguna intención de introducirlos en la novela oficial. No obstante, se irán publicando escenas que fueron eliminadas o extendidas. 
Espero que la disfrutéis tanto como la anterior… Creo que más, ya que en esta participan ¡Kathia y Cristianno! ¡Muchos abrazos, mafiosill@s!"

Kathia

Erika podía desgastarse la boca diciendo que no roncaba, pero lo hacía. Y mucho. Podía engañar a cualquiera, pero no a una persona que había estado compartiendo habitación con ella en el internado tanto tiempo. Hacía unos ruiditos suaves y constantes (como si se estuviera atragantando) que, cuando ya llevas unos quince minutos escuchándolos, te perforan el tímpano. Yo ya iba por la fase de perforación de cerebro y eso que aún no se había animado; en cuanto llegáramos al ecuador de la madrugada se vendría arriba y esos ruiditos se convertirían en puñetazos.

Tumbada en la cama que había justo enfrente de la de Erika, observaba el techo con los ojos bien despiertos. Siempre había rogado al cielo tener el sueño de Erika (profundo; ya podía caer una bomba a su lado que ni se enteraba), pero tenía que haber sido muy mala en otra vida, porque ni en esas circunstancias se me concedía.

Resoplé y tragué saliva. Que Erika no me dejara dormir por culpa de sus ronquidos no era nuevo y tampoco lo principal. Tuve un escalofrío al mencionar su nombre en mi mente. Él era el maldito causante de todo. No hacía ni una semana que había llegado a Roma y Cristianno Gabbana ya había logrado robarme hasta el sueño. Habría sido coherente si al menos me hubiera caído bien, pero es que hasta pensar en él me irritaba. Todo él, al completo, me molestaba. Por eso no comprendía porque mi cabeza me torturaba de esa forma.

De todos modos, ahí estaba otra vez su maldita mirada azul, tan impactante y excitante. Tenía la habilidad de paralizarme y de revolucionar todo mi cuerpo hasta el punto de experimentar sensaciones que nunca antes había sentido. Y su forma de caminar provocadora, sexual…